jueves, 7 de abril de 2016

Dormir con gatos

La primera vez que dormí con un gato no sabía que esperar, en mi cabeza habían mordiscos, rasguños, ronroneos y tal vez amasamientos...
Pues fue todo eso y mucho más; la paz que transmite el saber que un animal se siente seguro a tu lado, que confía ciegamente en ti, sentir que sincroniza sus sueños con los tuyos y que busque tu calor corporal.
El suave arrullo de un ronroneo que es capaz de absorber las peores pesadillas, sentir el alcolchonado pelaje recargado en tus brazos o muslos; unos pequeños espasmos y de vez en cuando una buena estirada de garritas antes de volver a acurrucarse en su lugar original.
Dóciles ante un abrazo, observas muecas y posiciones graciosas ante un sueño extremadamente profundo, únicamente del adormilado felino, porque me llena de insomio la curiosidad de ver dormir a un gato. 
Sonreír al sentir su pelaje resbalándose entre tus dedos y que no se despierte si acaricias sus suaves patitas; porque sabe qué eres tú.
Para; Anakin, mi Europeo Doméstico Tabby Rayado Crema. 
Te amo, miau;
Charlie