viernes, 10 de agosto de 2018

El nacido del agua

Un nombre muy acertado, sus vastos conocimientos eran un océano profundo en donde cualquiera se podía ahogar si no sabía flotar, su cultura era un río que recorría los más escondidos y maravillosos paisajes, su voz cual rugido imponente de las olas del mar retumbaba en las aulas, en las mentes y en los corazones de sus estudiantes. Preciso y veloz cual estruendosas cascadas, furioso como tormenta en altamar, pero apacible como manantial. A pesar de todo lo que representaba se comportaba como el más humilde de los charcos, se presentaba sin títulos y sin fanfarrias te pedía que lo tutearas.

Una mirada suya de aprobación te daba fuerzas para luchar contra el más feroz dragón, sus consejos te daban paz y motivación. A pesar de ser una eminencia en su área, inspiraba confianza hablar con él, era compartido con su sabiduría y enriquecía tu curiosidad.

Me permitiste aprender muchas cosas, me cobijaste en el abrazo de tu guía y me dejaste trabajar a lado tuyo; pero, sobre todo, me enseñaste a creer en mí y en lo que puedo lograr. Gracias, nacido del agua. Gracias Moisés.


Anj djed imahu Meses-Usir maaherú di anj.
Anj uda seneb.
¡Qué viva eternamente!, venerable Moisés, justificado de voz, dotado de vida
¡Vida, prosperidad y salud!


Diana Zúñiga.
Viernes. 10 de agosto 2018.