lunes, 14 de octubre de 2013

Por hocicona.

Si me arrancara la lengua.

Si me arrancara la lengua, tendría menos problemas.
Si me arrancara la lengua, me preocuparía más por lo que necesito y no por lo que quiero.
Si me arrancara la lengua, ya no comería; y no tendría que vomitar.
Ya no tendría que reclamarme nada.
Ya no le gritaría al espejo que se ve como un puerco con un suéter de un poddle.
No humillaría a nadie, no me estaría desquitando de mis compañeros de la primaria.
No necesitaría sentirme más que todos, aunque por dentro sé que no soy nadie; que sólo soy una chica con problemas mentales que no sabe cómo superarlos, pero que tampoco quiere ayuda.
Si me arrancara la lengua, no diría malas palabras, no mentiría y pecaría menos.
No sería tan soberbia, mis tonos de voz serían lo de menos.
No tendría de que avergonzarme.
 No diría cosas de las que después me arrepienta.
Leería más.
No me defendería, puesto que no tendría armas.
Tal vez tampoco escucharía; no tendría caso.
Quizá no sabría lo que es el rencor.
Sería menos impulsiva.
No hubiera recibido esa cachetada de mamá.
Todo sería más fácil si me arrancara la lengua.



La joven de 16 años yacía bocarriba con la boca ensangrentada, al pie de la estufa, había un cuchillo carmesí de su lado derecho. Su cabeza colgaba, sus ojos llorosos miraban al piso y sus frías, pálidas y manchadas manos tocaban sus labios, una de ellas traía un sobre y del lado del remitente sólo decía: POR HOCICONA.

domingo, 29 de septiembre de 2013

"Las mentiras de EXPOCAN"

El vídeo que me encontré ayer.


Comenzamos; primero que nada, debo admitir que yo nunca he asistido a una EXPOCAN; y sí, también estoy de acuerdo en que el fin es simplemente NEGOCIO; pero entonces ¿cómo le pagan a la gente de la FCM (1)? No sólo se vive del agradecimiento de los pacientes y/o propietarios; ahora ¿Qué es la FCM? 

"Federación Canófila Mexicana A.C.
Es una organización privada que se constituye en México, de manera legal, con un fin cultural, educativo y científico, para mejorar las diferentes razas de perros que existen en el país, mediante exposiciones y eventos de selección; para enriquecer y fomentar la utilidad de los perros a través de distintas funciones, como: guías para ciegos, prácticas militares y policíacas (en detectores de drogas y explosivos), detección de maleantes, rastreo, casería, asistencia a personas con diferentes capacidades, pastoreo, niñeras, perros de jalón o tiro, perros de rescate en desastres, perros deportivos, etcétera" (2).

No tengo nada en contra de los perros mestizos; mis perros lo son, pero cada animal tiene un fin ZOOTÉCNICO, y es por eso que existen razas especializadas en ciertas funciones; no es lo mismo un Pastor Alemán de guardia y protección, que un Chihuahueño nervioso que ladra por todo. 

No creo que cualquier HIJO DE VECINO, pueda ser juez de perros; se necesita preparación, y ya entrando en gastos; es un súper plus ser MVZ (Médico Veterinario ZOOTECNISTA) y aparte, juez de perros. 

Como ya dije, cada animal tiene un fin zootécnico específico, digo, no sólo en perros hay razas. Hay razas en caballos, en vacas, en cabras, en conejos, en aves, en ratones; hasta las pulgas se clasifican. 
Si se da un cruzamiento, puede resultar en muchas cosas; puede que ayuden los genes (por eso es que se escoge qué animales cruzar) y el producto resulte con muy buenas capacidades para fines específicos (lo que en producción se llama "de doble propósito") para esto se necesita que EXPERTOS elijan qué animales se van a cruzar. Si fuera una cruza desmedida, como con animales en vida libre; o en este caso, perros callejeros, se pueden dar incluso situaciones de que el perro (o el animal en cuestión) sea imposible de educar, porque sus padres le "heredaron un mal carácter" (ejemplos burdos).

¿Llamarlos nazis? ¿Qué es un nazi? Según la RAE:
  • Perteneciente o relativo al nacionalsocialismo. Partidario del nacionalsocialismo.
  • Nacionalsocialismo: Movimiento político y social del Tercer Reich alemán, de carácter pangermanista, fascista y antisemita.
  • Pangermanismo: Doctrina que proclama la unión de todos los pueblos de origen germano.
  • Fascismo: Movimiento político y social de carácter totalitario que se produjo en Italia, por iniciativa de Benito Mussolini, después de la Primera Guerra Mundial.
  • Antisemita: En contra de la raza hebrea...
El hecho de que Hitler haya buscado erradicar a los hebreos en ese tiempo, y que prevaleciera la raza germana; fue cosa suya, no del movimiento. Comparar al doctor Payró con Hitler sólo porque es organizador de este tipo de eventos no es justificable. No tiene argumentos válidos. Sí, el doctor cometió un error al mencionar eso de los perros "bonitos, feos"; pero en gustos se rompen géneros, tengo compañeros que piensan que mis perros son feos y yo los veo como las criaturas más hermosas en la tierra. Además, el hecho de que un perro no sea de raza, sólo reduce sus usos zootécnicos, no su valor como compañero fiel. En todo caso, ella se está ofendiendo sin razón alguna. Los eventos de la EXPOCAN (creo yo) se hacen para educar a criadores (que quizá no son MVZ) para que sus cruzamientos den frutos de buena calidad, para que sepan los estándares de la raza que manejan y para que propietarios de cualquier tipo de perros, sepan cuál es la mejor manera de alimentar, tratar e incluso; entrenar a sus compañeros (no me gusta usar el término "mascota"). 

Y como último punto; la sobrepoblación de perros callejeros es una situación que está fuera del alcance de cualquiera. Ya lo he dicho en posts anteriores, la gente ahora se da cuenta que cualquiera con amor por los animales los recoge de la calle; entonces ya todo surge así:

—Ay hijo, Firulais ya estaba muy grande y no me alcanza para su comida, lo tuve que echar a la calle; dónde puede ser libre.
—¡Pero mamá, mi perro!
—Ay, no te preocupes hijo; seguramente una de esas protectoras de animales o albergues, lo va a encontrar y lo va a cuidar, es un perro muy bonito.
...Entonces, ¿de quién es la culpa? ¡Sencillo! De la gente que no sabe ni tiene con qué ($$$$) cuidar animales y aún así los compra y los presume mientras le dura el gusto. Y aún así el gobierno quiere cobrar IVA cuando hay gente que lo único valioso que tiene, es un compañero. Pero, eso es otro tema.

Como conclusión, todo esto fue una compilación de comentarios al respecto de este vídeo, tratando de ser objetiva ya que, cómo mencioné al principio, no he tenido la fortuna de asistir a este tipo de eventos; pero lo veo como un evento educativo para cualquier persona que posea a un perro como compañero, sin importar la raza hay que saber qué es lo mejor para cada uno. 



2. Ortega, Ofelia. 2011. Razas de perros. Pp  8. México: Editores mexicanos unidos.

La FCM está afiliada a la FCI (Federación Cinológica Internacional) que se encarga de regir normas de crianza y estándares raciales caninos en todo el mundo.

miércoles, 17 de julio de 2013

#CerremosMaskotaMexico

Estás tres palabras prácticamente le han dado la vuelta al mundo. El día 10 de julio me puse a revisar la página DenunciaMaskota (página encargada del “movimiento”) donde se encuentran publicados testimonios de gente que por tenerle lástima a algunos animales “huéspedes” de +Kota, los había adquirido ahí y que llegando a casa morían en las peores condiciones, fotos de chiquitines rescatados de las calles o adoptados, gente publicando fotos sobre las condiciones en las que tiendas +Kota tienen a sus animales, y unas cuantas más sobre algunos establecimientos de Guadalajara clausurados debido a tantas denuncias virtuales. Éstas últimas fueron las que me motivaron a dar una opinión al respecto; según la información de las fotos que muestran estas sucursales, mencionan que varias de las tiendas se cerraron con todo y animales dentro. Vi un comentario que llamó mi atención sobre quién se iba a encargar de alimentar  tantas bocas si el lugar permanecía clausurado (parafraseando) y bueno, la chica está en lo correcto.

No me considero animalista ni mucho menos vegetariana, pero les tengo amor a los animales y les guardo un respeto por haber vivido en esta tierra durante más tiempo que nosotros. No están aquí de adorno.

Ahora, mi punto de vista es el siguiente; empezaré con una pregunta: ¿Qué esperan realmente con la clausura de estos sucursales? ¿Reducir el maltrato animal? Ok, se las compro. Ayudaría muchísimo a que estás tiendas sólo se dedicaran a vender comida, juguetes interactivos y curiosidades para nuestros compañeros. Sin embargo, al cerrar estas tiendas están condenando a perros, gatos, ratones, hámsters, cuyos, aves, peces, patos; etc., a una muerte segura ¿qué creen que pasará con animales que no serán alimentados ni limpiados en tanto tiempo? ¿Llevarlos a un albergue? Por lo que he leído en varias páginas, los albergues están prácticamente hasta el cuello de rescates, el espacio se les agota. Lo que queda es sacrificarlos. Que de hecho es mucho mejor que mantenerlos ahí, o que siguieran en venta.

¿Cuántos de ustedes estarían dispuestos a recibir a un animal en esas condiciones? Considerando el riesgo a que sus demás compañeros o ustedes se pudieran contagiar de alguna enfermedad que el animal en cuestión obviamente trae dentro de sí. Adoptar un animal enfermo es peor que heredar una deuda. Yo sé que muchos de ustedes levantarán la mano y ofrecerán su casa y si tienen los recursos podrán sobrellevarlo; pero si no son suficientes, sólo ayudarán al chiquitín a bien morir y sí, también es aceptable. 


Como ya dije, sé que hay gente dispuesta a aceptarlos a cuidarlos y hasta curarlos. Y es precioso que tengan esa voluntad y esa iniciativa, pero no estamos hablando de cinco tiendas +Kota, según su página de internet; cuentan con más de 100 sucursales en todo el país, 100 sucursales en donde se encuentran (en cada una) cerca de diez especies y quién sabe cuántos ejemplares de cada una. Si se pudiera rescatar a un 0.5% de estos considerando que fueran sólo perros, gatos y conejos (que creo yo, es lo que más se vende) sería mucho. Pero como ya mencioné, es un riesgo que no todos están dispuestos a correr.

Otro detalle que quisiera mencionar es el famoso “No compres, adopta” y estoy de acuerdo. Sucede que la mayoría de los albergues existen para rescatar perros de las calles y es una labor admirable, pero hace poco encontré un artículo en que se menciona que una ex-líder de PETA había renunciado a su cargo porque se dio cuenta que rescatar perros de la calle es contraproducente.. 
Siguiendo con la política de los albergues, tengo el testimonio de una persona que buscó adoptar un perro hace cerca de dos años y preguntó en miles de albergues y ninguno le confirmaba el compañero que esta persona quería adoptar. Según su testimonio le pedían varios requisitos entre ellos: una casa grande muy segura, que el perro estuviera dentro de casa o en su defecto; si contaba con un patio que su zaguán no tuviera ranuras, paredes altas, que no tuviera terraza, fotos de ella y de su familia para ver con quiénes iba a convivir el chiquitín, y que iban a estarla visitando de vez en cuando para ver que el animalito estuviera en buenas condiciones, otros albergues optaban por pedir dos veces al año; una video llamada para ver al perro, y que si cumplía con todos estos requisitos y era apta para adoptar un perro; tenía que hacer un pago de $500 para cubrir con los gastos que hacía el albergue sobre vacunas y esterilización. Me dio una opinión (errada para mi gusto; pero me omito mis comentarios):

"Es más fácil comprar, porque aparte de que escoges perro a tu gusto, tú decides si los dejas tener camada. No que todos esos  te los dan esterilizados y los puedes comprar desde cachorros, no que al adoptar son adultos la mayoría".

Los requisitos son comprensible, los chiquitines que están dentro de los albergues sufrieron maltrato físico, se escaparon o fueron abandonados por falta de espacio o dinero y las personadas encargadas de tan difícil labor buscan evitar que eso vuelva a suceder, además de que cada determinado tiempo (según le notificaron) iban a ir a supervisar que el animalito se encontrara en excelentes condiciones y hablando con esta persona me dijo que no le parecía correcto, puesto que ella estaría sintiendo que está cuidando al perro de otro, y sí; optó por comprar uno. Una opinión personal, es que un grupo contable de este tipo de personas, opina que: “Un amigo no se compra”, bueno, si un amigo no se compra tampoco se tendría que condicionar.

Se está logrando que se empiecen a clausurar los establecimientos sin embargo, no creo que lo que se busque sea que los animales que permanezcan ahí dentro sean llevados a una muerte segura y tratar de mejorar las condiciones en las que viven dentro de estas tiendas del horror podría ser una solución; el inconveniente es el tiempo que tardaría esta iniciativa. Querer llevar a estos animales a un albergue es contraproducente. Y erradicar por completo la venta de animales es prácticamente imposible.

Cerrar las tiendas +KOTA me parece una solución prudente, sacrificar a los animales es teóricamente factible, si se usa el método adecuado. Puede que exista gente que no encuentra otro lugar en donde comprar el alimento para su compañero, y entonces se está dejando a una persona sin recursos. El hecho de que sea prudente no quiere decir que sea factible.

lunes, 15 de julio de 2013

La realidad se llama Verónica.

Hace una semana sonó el teléfono, contesté y era Verónica; mi amiga de la infancia. Ofreciéndome una salida a cenar. Era obvio que no quería cenar, llevaba casi tres días ayunando y no lo iba  echar a perder.
—Ay, Vero; llamaste muy tarde. Ya cené.
—Por eso no te preocupes; mañana paso por ti temprano y desayunamos.
—Pero…
—Nos vemos Jess.
Verónica colgó tan rápido que no me dio tiempo ni de excusarme. Estaba preocupada ¿Qué haría mañana? ¿Mentirle de nuevo? Seguramente comenzaría a sospechar.

Me estuve preparando mentalmente para ese día; ¿a dónde me iba a llevar?, ¿cuáles serían mis excusas?, ¿recurriría al vómito? Algo se me iba a ocurrir. Siempre se me ocurre algo. No soy idiota.

Las pocas horas que pude dormir, dormí tranquila. Desperté con la pregunta de todos los días ¿Podré soportar estar todo el día sin comer?

A las 9:00 sonó el teléfono. Era Verónica, otra vez. Diciéndome que a las 12:00 pasaba por mí. Ni siquiera tenía ganas de arreglarme; pero no tuve opción. Me tardé más de lo normal. Eran dos horas para buscar entre toda mi ropa; alguna que me tapara los huesos pero que al mismo tiempo me hiciera sentir menos gorda.

Sonó el timbre, terminé de rizarme las pestañas, tomé mi bolso y abrí.
— ¿Lista?
—No realmente, yo tenía…
—Anda, vamos; hice una reservación.

Verónica habló muchísimo durante el camino. No entendí mucho, sólo asentía con la cabeza y sonreía para parecer interesada; en mi mente buscaba excusas y soluciones para evitar engordar. Llegó el asqueroso momento. Nos dieron nuestra mesa y el vomitivo menú, Verónica lo leía y lo volvía a leer. Estaba indecisa. Yo ni siquiera lo leí, tuve suficiente con ver las fotos.

— ¿Les puedo tomar su orden?— dijo la camarera.
—Sí, quisiera ordenar…— Me hice la sorda, no quería vomitar antes de tiempo.
— ¿Y para usted? — giró su rostro hacía a mí sin quitar la vista de su pequeña libreta en donde anotaba la orden. Ni siquiera quiero recordar que fue lo que pedí. La chica se dio la media vuelta y se fue.
— ¿Estás segura?— preguntó sorprendida.
— ¿Cómo que si estoy segura?— repelé, haciéndome la desentendida.
—Me refiero a que; es muy poca comida.—Contestó preocupada.
—Y yo pienso que es mucha —susurré.
— ¡¿Qué?!— se exaltó.
—Nada.—fingí.
— ¡No!, sí dijiste algo ¿Por qué dices que es mucha?—Volvió a preguntar en tono insistente.
— ¿Por qué TÚ dices que es poca?—Contesté fastidiada.
—Pareciera que no quieres comer ¿Qué te sucede? ¿Estás enferma?—comenzaba a alterarme los nervios.
—No.—Negué de inmediato.
— ¿Estuviste enferma?
— ¿Enferma de qué?
—Ya sabes, bulimia, anorexia; alguna de esas cosas.
— ¿De qué hablas? —aparentaba sentirme ofendida.
— ¿Cómo que de qué hablo? Cuando éramos niñas comías más que mi papá y ahora no quieres ni ver el menú, ¿estás segura de que nunca te dio nada?
—Nunca fui al médico. No estoy diagnosticada. Así que no.
—Pero lo has hecho, has vomit…
— ¡Pues sí! Sí he vomitado y sí, estoy enferma.
— ¡Jess!
— ¡¿Jess qué?! Querías saber qué pasa conmigo, ¿o no? Pues te diré qué pasa, odio mi cuerpo, me odio a mí misma, odio sentirme gorda, odio ver gente delgada comer, odio tener que vomitar porque no aguanté el ayuno, odio subirme a la báscula y darme cuenta que nunca es suficiente. Amo sentir mis huesos, amo el reflejo de mis clavículas en el espejo. Amo poder terminar un día y poder decir: “No comí nada”, amo decirle que no al desayuno, amo sentir todas y cada una de mis costillas, amo el hecho de que mis piernas no rocen entre sí mientras camino, amo ver un gramo menos en la báscula y ODIO que me traigan a restaurantes tan asquerosos como este.


Verónica y todos los comensales estaban atónitos, llamaron a seguridad. Me tomaron por los brazos. Verónica los detuvo y dijo que ella se encargaría de mí. Y así fue como llegué aquí, para mi mala suerte, Verónica se convirtió en directora de este centro de rehabilitación hace un par de años; llamó a mis padres y arregló todo para que esto no les costara ni un centavo. De haberlo sabido jamás habría hecho esa escena. Pero lo negué por mucho tiempo, tenía que enfrentarme a la realidad. Tenía que enfrentarme a Verónica. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

El día que me enamoré de un hombre de traje.


Fue hace dos años, nunca lo vi usando un traje; pero yo sabía que de vez en cuando se ponía uno. Decía que le gustaba el azul, supongo que su traje era de ese color. Me llevaba unos ocho o nueve años; nunca supe exactamente cuántos.
Su mirada era profunda, su sonrisa hermosa y su cabello muchas veces, se veía mejor que el mío. Le confesé lo mucho que me gustaba pero él siempre lo tomaba como broma. Creía que estaba jugando. Yo sospechaba que él se sentía igual. Y no me equivoqué.

Hace poco, cuando el hombre de traje me confesó todo, ninguno de los dos sabíamos qué hacer. Me tenía entre sus brazos, no me dejaba ir. Yo no quería irme. Nos besamos. Él insistía con que mi pupila se había dilatado; yo no pude distinguir la suya. Me decía que quería estar conmigo. Esbozó un “pero”, su trabajo, sí, su trabajo. No quería que nos viéramos de vez en cuando. La solución era que me fuera a vivir con él. Pero hubiera dado lo mismo, eso no lo abstenía de sus deberes. Quedamos en un acuerdo; en respetar nuestros espacios y aguantar el tiempo que fuera necesario. Perdí la cuenta de las veces que me miró a los ojos y me besó.

Días después fue a buscarme; pero ahora era yo la que tenía cosas que hacer. Lo entendió, según me dijo. Regresó un día más, se molestó. Me tenía confundida, un acuerdo tuvimos. Lo ignoró. Los hombres de traje siempre tienen mejores cosas en que pensar. Él, mi hombre de traje. Me decepcionó, no lo suficiente para odiarlo, pero lo suficiente para pedirle que se fuera. Tanto tiempo deseando sus labios, para que al final su propio cariño por mí, me alejara de su lado.

He estado pensando en ti, sí tú, mi hombre de traje. Fuimos buenos amigos; me gustaría decir que aún lo somos. Pero es difícil asegurarlo cuando hace tiempo que no hablamos.

viernes, 15 de marzo de 2013

Diarios Anónimos


No podía creer que por fin la tenía en mis manos, haciéndola mía; después de tantos meses de observarla de lejos, de aprenderme su rutina. Una más a la lista; Nicole. La pequeña y frágil Nikky. Tenía los ojos de Mónica, las cejas de Jessica; los pechos de Camila y la cintura de Elizabeth. Era el conjunto perfecto de mis cuatro mejores chicas y sus gritos; sus gritos eran como los de una quinta; Ana, la más joven de todas; mi primer amor.

A todas las he amado. Ir de ciudad en ciudad sólo para encontrarme con una más hermosa que la anterior. Conocerlas, estudiarlas, analizarlas, seguirlas, distraerlas, enamorarlas, hacerles el amor, flagelarlas, desmembrarlas, dormir sobre ellas, quemar sus restos y guardar las cenizas. Todas eras vírgenes y yo fui su primer y único amor.

Nikky fue la más difícil de todas, era muy versátil y su rutina no siempre era la misma; además se cambió de casa. Poco más de un año fue lo que me tardé en aprenderme sus horarios. En conocer a sus amistades, en hacer el plan para encontrarme “casualmente” con ella; y todo para que cayera. Fue la única que no tuve que drogar. Salimos durante siete meses. Un año y siete meses de trabajo para mí, como dije; fue la más difícil.

El día que cumplimos esos siete meses le regalé un par de pendientes de oro blanco. Combinaban perfectamente con su piel, y con el olor de su sangre. La invité a cenar, me aseguró que estaba lista para mí; la llevé a mi apartamento y la abracé cómo el más caballero de los príncipes.

— ¿Segura que estás lista? —le susurré al oído.
—Sí —esbozó una sonrisa y comenzó a besarme.
«Extrañaré tus labios» pensé.
Por fin la tenía entre mis brazos, procuraría ser lo más tierno y delicado posible. Se debe valorar lo que te ganas con el sudor de tu frente.

Mis manos estaban sobre su pálida cintura y comenzaron a subir su blusa; ella me despojó de mi camisa botón por botón; la tomé de nuevo por la cintura y la acerqué a mí al mismo tiempo que ella aspiraba un poco de placer al sentir mi piel contra la suya. La volví a besar y añadí caricias sobre su espalda. Como siempre, el sostén me lo impedía. Me fingí inexperto y quité el broche con ambas manos, quiénes subieron por su espalda hasta sus hombros, bajaron cuidadosamente los tirantes hasta sus muñecas; «Camila» fue lo primero que me vino a la mente cuando vi sus pechos por primera vez; su pequeña prenda tocó el suelo.

Acaricié sus manos; recorrí de nuevo sus brazos para regresar a sus pechos. Su piel respondía al roce de mis yemas. Su boca temblaba sobre la mía cada que la tocaba. Y sus labios emitían un pequeño suspiro por caricia. La fui encaminando hacia mi cama mientras nos desabrochábamos el pantalón. Me deshice del suyo en el momento en que su espalda hizo contacto con mis sábanas. La ayudé un poco y me desprendí del mío. Ataqué su cuello y sus suspiros se tornaron en gemidos. Le acaricié ambos pechos, después sólo uno, mientras besaba el otro; seguía gimiendo. Me excitaba tanto como Ana. Bajé mis manos por su cintura, hacia su cadera; le quité las bragas.

— ¿Estás lista? —le pregunté acelerado, ella se limitó a asentir con la cabeza; se sentó y arrancó mi ropa interior. Me besó, la inercia me llevó a recostarme sobre ella. Mi miembro rozó sus genitales y al contacto ella abrió las piernas. ¿Qué si fui cuidadoso? Vaya que lo fui, el más perfecto caballero. Nikky lo merecía, Nikky era especial. Sus gemidos cesaron para darle lugar a los gritos cuando empecé a penetrarla por vez primera; era obvio que doliera. A todas les dolía. Hubo un grito de confirmación, un click en mi glande y unas gotas de sangre; el himen se había roto; era hora de buscar algo más. Ella comenzaba a arquearse para sentirme aún más profundo y me obligaba a erguirme un poco. Llegó la oportunidad. Me erguí lo suficiente para estirar mi brazo y sacar el cuchillo que había entre el colchón y la base de la cama. Quise esperar un último grito para mi memoria, una última lubricación para una última embestida, pero ella comenzó a pedirme más y ya no me pude esperar.

Miré detenidamente su rostro; quería recordarla. Era perfecta. Ahora es mía. Dejé de embestirla un momento, “me salí”; con el riesgo de que notara el cuchillo, pero no me importó. Me acosté a su lado y le susurré al oído — Te amo—. Sus ojos seguían cerrados, su respiración acelerada. Acerqué el cuchillo a su hombro y el filo la acarició. La sangre comenzó a brotar, estaba tan excitada, que ni siquiera lo sintió, por lo menos no hasta que el filo tocó el hueso. Volteó a verme aterrada. Gritó. Pero era tarde, su brazo era mío. Puso resistencia. No pudo. Volví a hablarle.

—Sh, sh, sh. Tranquila preciosa. Necesito que te quedes quieta. No me gustaría herirte de más. Jamás te haría daño. Pero es probable que tú a mí sí. Y es por eso que nunca serás de otro—. La acaricié.

La pobre Nikky no podía hablar, estaba muy asustada. Quedó en shock. Deslicé el cuchillo por su cintura hasta su ingle e incidí. No recuerdo en que momento dejó de gritar. Tomé su muñeca en mi mano izquierda, para evitar que huyera. No hubiera podido sostenerse en pie, mi deber era cuidarla. El filo seguía haciendo lo suyo. Nikky se rindió, pero aún no se iba.

—No quiero que te siga doliendo. Sí, sí; ya sé que no te quejas. Pero no puedes soportar todo eso por mí. Calmaré un poco tu dolor—. Decidí que no quería que Nikky muriera pensando mal de mí. La volví a penetrar una y otra vez. Hasta que se fatigó. Le faltó oxígeno y cerró los ojos de Mónica. La besé y terminé por arrancarle los miembros.
Estaba fatigado, no puso mucha resistencia, pero las articulaciones siempre costaban más trabajo. Como ya era costumbre, me quedé dormido sobre su torso, dentro de un ambiente rojo y aún tibio.

Me despertó el olor a sangre seca. Abrí los ojos y ahí estaban los pedacitos de mi Nikky. Los miré con la misma ternura con la que la vi por primera vez. Era como si las partecitas de mis otras chicas hubieran decidido unirse y formar una muñequita de porcelana. Besé su frente. Fría.

Faltaba poco para medio día. Limpié el cuchillo como de costumbre, ya no recordaba cuántos químicos tenía el filo ni cuántos diferentes tipos de sangre había probado. Limpié a Nikky y la guardé en una bolsa negra. Guardé las sábanas en otra. Limpié el cuarto.

El problema de ese lugar era que no había lugares tan accesibles para quemar la evidencia. Le hice como pude. Tomé la bolsa de las sábanas, tomé a Nikky. Fui discreto. Subí ambas bolsas a mi camioneta, subí mis herramientas y todas mis cosas; conduje sin alguna dirección en específico. Era hora de mudarse de nuevo. Llegamos a una especie de desierto. Por lo menos no había gente. Coloqué la plataforma de siempre, la que usaba al final. Coloqué las sábanas. Las bañé en gasolina. Prendí un cerillo y lo aventé. Nunca había percibido el olor de la sangre de esa manera. Nikky me cautivaba de todas las maneras posibles. Cómo dije, Nikky era especial. Enterré las cenizas. Eso fue  nuevo; generalmente las aspiraba, las tiraba a la basura o las esparcía en el viento. Limpié la plataforma. Era el turno de Nikky, di un último vistazo, con la esperanza de que nadie se apareciera. Así fue. Saqué uno a uno los miembros de Nikky. Su torso costó un poco de trabajo. La cabeza siempre pesa más. Repetí el rito de la gasolina, no sin antes besar a Nikky por última vez, que escuchara un — Te amo— cómo mi despedida. Una lágrima recorrió mi rostro. Lancé el cerillo.

Nikky se consumió muy rápido, quizá usé más gasolina de lo acostumbrado, cayeron sus cenizas. Fui por la caja que le mandé a hacer, traía grabado un “Nicole” en letras cursivas. Guardé sus restos. La cerré con llave. La abracé y me subí de nuevo a mi camioneta en busca de alguien que se le pareciera aunque fuera un poco.